lunes, 31 de diciembre de 2012

La historia del leon de piedra - Cuento tradicional tibetano


Erase una vez, dos hermanos cuyo padre habia muerto; ambos vivian con su madre en una casa grande, en un valle muy bien cultivado.
El mayor de los hermanos era un hombre listo e inteligente, pero de naturaleza egoista y cruel.
El menor, era sencillo y bueno pero, bastante torpe.
Tras la muerte de su padre, l hermano mayor, tuvo que hacerse cargo del grueso de los asuntos de la familia y sostener, enteremente, a su madre y su hermano. Este, aunque siempre estaba dispuesto a colaborar como mejor sabia, no era lo bastante inteligente para que su ayuda fuese eficaz.
Paso algun tiempo y el mayor se dijo a si mismo que no podia seguir soportando aquella situacion.
Un dia, le comunico a su hermano que no estaba dispuesto a mentenerle, y que era mejor que se marchara a buscar fortuna en otro lugar.
El pobre muchacho, afligido pero incapaz de discutir o protestar, preparo un modesto hatillo con sus escasas pertenencias, y fue a despedirse de su madre y contarle lo ocurrido.
La buena mujer, al oir lo sucedido, se enfado mucho y asi se dirigio a su hijo:

            -. Muy bien; si tu cruel hermano insiste en echarte de casa, no te preocupes, yo te acompañare. No puedo permanecer al lado de un hijo como este. 

Y, asi, al dia siguiente, la madre y su hijo menor abandonaron la casa y partieron juntos en busca de algun medio de ganarse la vida.

Despues de haber caminado durante cierto tiempo, llegaron a una cabaña vacia situada a los pies de una montaña, no muy lejos de una populosa ciudad. Puesto que el lugar estaba aparentemente abandonado y su propietario, fuera quien fuese, no habia dejado alli nada que permitiera sospechar que pensaba volver, aquella noche, durmieron en ella.

A la mañana siguiente, temprano, el chico cogio un hacha, se fue al bosque, y se puso a cortar leña.
Al atardecer habia reunido un buen haz que, llevo a la ciudad y vendio por una buena cantidad.
Contento por el exito de su labor, volvio a la cabaña junto a su madre y, mostrandole el dinero que habia ganado, le dijo que no sintiera preocupacion alguna por el futuro pues, l seria capaz de mantenerla sin dificultad alguna.
A la mañana siguiente, echandose el hacha al hombro, partio de nuevo a cortar leña. Habia hecho ya un gran trabajo aquella mañana y, cuando remontaba un poco mas la montaña en busca de arboles mas grandes y mejores, de pronto, en un lugar resguardado de la ladera, se encontro cara a cara con un leon de piedra de tamaño natural, tallado en la misma roca.


            -. Vaya -penso para si-, esa es, sin duda, la deidad protectora de esta montaña, y a ella le debo mi buena suerte al obtener tan facilmente un medio de ganarme la vida. Mañana sin falte le hare alguna ofrenda. 

Aquella tarde, despues de vender su leña, compro un par de lamparillas y, al dia siguiente, fue directamente al lugar en que se encontraba el leon de piedra.
Encendio las lamparillas, coloco una a cada lado de la imagen y se postro humildemente ante ella, rezando para que la buena suerte siguiera sonriendole.
De pronto, con gran sorpresa y temor por parte del muchacho, el leon abrio la boca y le pregunto que estaba haciendo alli.
El muchacho entonces le explico que, su soberbio hermano, le habia echado de casa, de como ahor se ganaba la vida cortando leña en aquella montaña y tambien que, convencido de que el leon debia ser su deidad, habia estimado justo hacerle aquella ofrenda y pedirle que continuara prestandole su ayuda y proteccion.

            -. Muy bien -le respondio el leon con voz aspera-, regresa mañana a esta misma hora y trae un cubo grande, que yo te proporcionare toda la riqueza que necesitas. 

El muchacho dio las gracias al leon por su generosidad, y llevando su carga de leña a la ciudad, la vendio y, con el resultado de la venta, compro un cubo de madera.

Al dia siguiente, bien de mañana, subio de nuevo a la montaña, esta vez, con el cubo y, al llegar cerca del leon de piedra, se postro en el suelo y anuncio su presencia.

            -. Esplendido -respondio el leon-; ahora debes proceder de este modo. 
sosten el cubo debajo de mi boca, que yo vomitare oro en su interior. Pero, tan pronto como veas que el cubo esta casi lleno debes decirmelo pues, bajo ningun concepto, debe caer al suelo una sola pieza de oro. 

El joven procedio como le habia indicado el leon. Sostuvo el cubo debajo de la boca de la cual surgio un torrente de monedas de oro que cayyeron directamente en el interior del cubo. Cuando este estuvo casi lleno, el joven informo al leon y, el flujo de oro, ceso de inmediato.

Despues de dar las gracias al leon por su enorme generosidad, llevo el cubo de oro a su madre.
Al principio, la mujer se asusto mucho al ver tantisimo dinero pero, al explicarle su hijo el modo en que lo habia conseguido, se alegro y se emociono.

Al dia siguiente, la viuda y su hijo, se dispusieron a instalarse mas comodamente. Compraron una casa en las inmediaciones y dos rebaños, uno de vacas y otro de ovejas. Una vez se hubieron establecido en la nueva morada, comenzaron a vivir placida, holgada y prosperamente.

Sin embargo, la noticia de las nuevas condiciones de vida de su madre y de su hermano llego pronto a oidos del hijo mayor, que decidio hacerles una visita y averiguar la causa de su prosperidad.
Acompañado de su mujer y llevando consigo un pequeño y ridiculo retal de tela como presente, se puso en camino.
Cuando llegaron a la casa, su hermano menor estaba atendiendo los trabajos de la granja pero, la madre, recibio a su hijo mayor y su esposa con alegria y benevolencia, y los acomodo lo mejor que pudo.
Cuando el hermano menor regreso, dio a su hermano una cordial binvenida y le relato con detalle como habia conseguido su fortuna, recomendandole que procediera de modo semejante.

El hermano mayor y su esposa, de regreso a su casa, discutieron el asunto y decidieron no desperdiciar una oportunidad tan esplendida de conseguir dinero.
Asi, a la mañana siguiente, el marido se dirigio a la ciudad y compro el cubo mas grande que encontro.
Llevando consigo el cubo y un par de lamparillas, se encaramo por la ladera y encontro el leon de piedra.

Encendio inmediatamente las lamparillas y coloco una a cada lado de la estatua, mientras se postraba en el suelo pidiendole buena suerte.

            -. ¿Quien eres tu? -le pregunto el enorme leon con su aspera voz.

El hermano del joven le explico:

            -. Soy el hermeno del joven que estuvo aqui el otro dia y al que diste tanto oro; he venido a pedirte un favor igual. 

            -. Bien -dijo el leon-; coloca tu cubo debajo de mi boca; yo vomitare oro en su interior. Pero, tan pronto como veas que el cubo esta casi lleno, debes informarme al instante. Bajo ningun concepto debe caer al suelo una sola moneda de oro. 

El hermano mayor sostuvo el cubo tal como habia dicho el leon y, en el acto, un torrente de monedas de oro comenzo a fluir de su boca precipitandose al interior del cubo.
El insaciable hermano sacudia el cubo de vez en cuando para que el oro se repartiera bien y no dejara espacios vacios, tratando asi de obtener una cantidad aun mayor pero, dominado por la codicia, no pudo resignarse a informar al leon de que el cubo estaba casi lleno, hasta que este empezo a rebosar y, una moneda de oro, cayo al suelo.
Entonces, el flujo de monedas se interrumpio y, el leon, con una voz terrible, le dijo:

            -. La moneda de oro mas grande se me ha atascado en la garganta. Introduce tu mano en mi boca y sacala. 

El hermano mayor, presa de la avidez, metio la mano en la boca del leon para apoderarse de la gruesa pieza de oro; pero no habia acabado de hacerlo cuando, el leon, cerrando sus mandibulas, le atrapo firmemente.

En vano forcejeo y tiro del brazo con violencia intentando liberarse. Las fauces de piedra lo asian con tal fuerza, que resultaba imposible escaparse.
El leon, sordo a todos los ruegos, se habia vuelto a convertir en piedra. Y, lo que era aun peor, al echar un vistazo al contenido del cubo, el hermano contemplo horrorizado que solo habia en el tierra y piedras.

Hacia el atardecer, la esposa del hermano mayor se intranquilizo muchisimo por la tardanza y la ausencia del marido y, como sabia en que direccion habia ido, se encamino a la montaña a buscarlo.
Finalmente, dio con el y le pregunto que estaba haciendo y por que no habia vuelto a casa.

            -. ¡Ay, mujer! -se lamento-, me ha sucedido una cosa terrible. He metido la mano en la boca del leon para sacr un pedazo de oro que se le habia atascado y, ¡Ha cerrado la boca y me ha cogido por el brazo! Ahora no puedo escapar. 

La pobre mujer lloro y se lamento, pero todas sus suplicas para que el leon soltase a su marido no sirvieron absolutamente de nada. Fue a su casa y regreso con comida para el.

Cada dia, y durante muchas semanas, siguio llevandole provisiones para que conservara la vida pero, como no tenia a nadie que trabajara para ella y la ayudara, se veia obligada a mantener a su marido y a su hijo solo con sus esfuerzos y se fue empobreciendo cada vez mas. Pronto se encontro en la necesidad de vender sus enseres domesticos para poder procurarase el alimento necesario.

Pasaron algunos meses y la pobre mujer cayo enferma, quedando reducida, al final, a una indigencia tan absoluta que no tenia siquiera un mendrugo de pan que llevar a su marido.

Una mañana, subio a la montaña y se dirigio a el con estas palabras:

           -. He vendido todo lo que teniamos en casa, y no me queda dinero para comprar comida. No queda nada, absolutamente nada para comer. No nos espera otra cosa que morirnos de hambre. 

El leon encontro esto tan divertido, que no pudo contener la risa:

            -. ¡Ja, ja, ja! -rio complacido abriendo sus enormes fauces.

Antes de que el leon pudiera volver a cerrar la boca, el hombre saco su brazo y, viendose libre de nuevo, se marcho rapidamente con su mujer. Luego, tomando a su hijo, fueron a casa del hermano menor y, tras relatarle lo ocurrido, le suplicaron que les sacara de su miseria.
El joven le reprocho su avidez pero, como su naturaleza era buena, perdono a su hermano y les dio el dinero necesario para comprar una pequeña granja en los alrededores, donde se instalo con su mejer y su hijo.

El hermano menor, vivi muchos años felizmente con su madre, prosperando en todo lo que emprendia.


Y, es que, la soberbia, el orgullo, el desden, la avidez, la vanidad, la codicia,... son actitudes frente a las que no encontraremos un solo atisbo de humanidad y ninguna brizna de tranquilidad.
En cambio, la humildad, nos regala su serenidad, su armonia y su equilibrio, ayudandonos a transitar por la vida sin mas obtaculos que el devenir.
Debemos estar atentos y aprender a aprender. Aprender a vivir, naturalmente. A ser pacientes y trabajar nuestras emociones desde el corazon, a atender y a emprender cualquier accion de la consciencia plena y, poniendo en cada acto, la intencion mas pura, abriendo nuestra comprension, dejando actuar la voluntad de nuestro corazon, poniendo nuestro corazon, en todo.

Para curiosos:

la fotografia que abre el post es el conocido Leon de Piedra de Anaga, en Taganana, Tenerife. Le sigue "La muerte del leon", en Helvecia; a continuacion un leon tibetano y, las dos miniaturas ultimas corresponden a leones de piedra chinos.
El Leon de Piedra es considerado en Asia como adalid de la voluntad y un guardian muy eficiente; de ahi que sea frecuente su presencia en templos, monasterios, palacios o, ciertas mansiones.


Que paseis una bonita y entrañable Noche de Fin de Año.
¡Hasta el año que viene! ¡Feliz y venturoso 2013!

!Tashi Deleks!

Namasté.


4 comentarios:

Inma_Luna dijo...

Feliz año nuevo.
Muchos besossss y mi cariño.

Roberto T dijo...

Precioso cuento, Compi. Ay, la codicia y la soberbia cómo ahogan los corazones, y a aquél que era tan listo lo convirtió en un imbécil. Bueno, él pagó por sus "pecados", pero, por desgracia, a veces la codicia de unos la pagan otros inocentes... Y es sorprendente cómo es a veces de caprichosa la Naturaleza, creando esas pareidolias como el león de Taganana. Últimamente se piensa también que la Esfinge de Gizah pudo haber sido en origen una roca que semejaba un león sentado, y que luego fue retocada para convertirla en la esfinge guardiana de las Pirámides. Me encantan también esas figuras de los leones chinos, dan un poquito de miedo, jeje. Si pretendían asustar y ahuyentar a los malos espíritus creo que hacían bien su trabajo, jajaja.

¡FELIZ Y VENTUROSO 2013 PARA TI TAMBIÉN, COMPI! ¡TASHI DELEKS!

Petons. Namasté _/|\_

Josep Peaceforever dijo...

Bon any nou, company!

Aquestes històries teves estan sempre carregades de saviesa... Ai! Aquesta cobdícia que domina a la humanitat!

Una forta abraçada.

sergio dijo...

Feliz Año Nuevo, Namasté!

Muy buena historia. Además de la humildad, también se aprecia el valor del sentido del humor, en este caso de la deidad cuya risa contribuyó al final feliz
del relato.