jueves, 27 de septiembre de 2012

"La Princesa Silenciosa" (Cuento Sufí) 1ª parte


En la hermosa Constantinopla, vivio hace mucho tiempo un sultan cuyo hijo y futuro heredero al trono, pasaba los dulces años de la juventud entre risas y juegos y, segun comentaba el pueblo y toda la corte, estaba demasiado consentido por su padre.

Sucedio que, un dia, hallanose en los jardines bajo un templete en el que solia divertirse con su juguete favorito, una pelota de oro, aparecio una anciana de aspecto venerable con un cantaro en la mano, dispuesta a llenarlo en la fuente que junto al palacio habia. Casualmente, la pelota del principe fue a dar contra el cantaro y, este, se rompio.

La anciana fue a por otro cantaro, y el principe, tirando ya la pelota con toda intencion, tambien se lo rompio. Aunque se encontraba muy afligida, no salio de sus labios una sola queja pues, temia la colera del sultan; tenia poco dinero y para comprar una nueva vasija, tuvo que pedir prestado.

Habia ya logrado llenar el tercer cantaro cuando, llego el principe y se lo hizo trizas como las veces anteriores. Ante tal insolencia y falta de respeto por sus años, la anciana se atrevio a reprender al principe:

          -. Nada me extraña, principe, pues hace tiempo que te conozco. Permita Ala que enardezcas de amor por la Princesa Silenciosa. 

Y, dicho esto, desaparecio como por encanto.

Al dia siguiente, el principe empezo a palidecer y enfermar de tal modo que, a las pocas semanas, tuvo que guardar cama.
El sultan estaba desesperado ante aquella subita y misteriosa enfermedad. Por el palacio desfilaron los mas afamados doctores pero, ninguno entendio el mal que aquejaba al heredero del trono. Este fue interrogado repetidas veces por su padre con objeto de averiguar los indicios de tan extraña dolencia.
Al principio, se resistio a hablar pero, acosado habilmente por el sultan, acabo por narrar el suceso de los tres cantaros y la maldicion de la anciana.

Pidio en seguida permiso para partir hacia los cuatro puntos cardinales con animo de buscar. hasta en el ultimo rincon, la autentica imagen de la Princesa Silenciosa. El sultan dio su consentimiento, ordenando al gran visir que le acompañara en tan enigmatico viaje.
Durante mucho tiempo, principe y ministro caminaron sin tregua y sin apenas probar bocado.

Por fin, hicieron un alto junto a la ladera de un escarpado monte, donde les aseguraron que las rocas y la tierra se elevaban hasta el mismo Sol.
Contemplandolo estaban, sumidos en la admiracion de tan gran prodigio, cuando se les aparecio un simpatico viejecillo. Le preguntaron por el nombre de aquella region, y el les dijo que se hallaban a los pies del monte de la Princesa Silenciosa:

          -. Esta princesa se cubre con un velo de siete paños, aunque no siempre. El brillo que observais a vuestro alrededor, procede del replandor de su rostro.  

No preguntaron los viajeros el lugar donde moraba la princesa pues, segun el anciano, aun necesitarian seis meses para poder llegr a su morada y, añadio que, por lo que habia oido ecir, muchos hombres arriesgaron y perdieron su preciosa vida, solo por lograr una palabra de la hermosa doncella.
Tan fatales nuevas no hicieron desfallecer al principe, mas al contrario, le impulsaron a continuar la jornada con mayores brios y animo inquebrantable.

Tras mucho caminar, llegaron a la cumbre de otro monte, donde vieron que por una de sus laderas corria una brillante y roja sangre. Anduviron algo mas y entraron en un pequeño pueblo. Al llegar, el principe dijo a su ministro:

        -. Estoy rendido. Reposemos aqui y averigüemos noticias de la Princesa Silenciosa. 

Asi lo hicieron. Entraron en un cafe y, al observar que los viajeros no eran del pais, todos les ofrecieron su hospitalidad.
Despues de un rato de conversacion, el principe pregunto la razon por la que, por una de las laderas del monte, corria aquella roja y brillante sangre. Los vecinos le contaron que aquel monte distaba tres meses de camino del lugar donde residia la Princesa Silenciosa. El porque de la snagre, obedecia a que sus labios eran tan rojos y brillantes que, se reflejaban en el monte, haciendolo parecer ensangrentado. Agregaron que llevaba siete velos, que jamas habia pronunciado una sola palabra, y que muchos hombres habian muerto al pretender escucharla. Oyendo esto, principe y visir se pusieron en camino, llevados por su creciente curiosidad.

Tras varios dias de caminata distinguieron otro monte; en el, seguramente moraba el objeto de sus inquietudes. Por fin, alcanzaron su ladera y comenzaron su ascension.

En la cima misma, se elevaba el castillo de la princesa y, cuando se hubieron acercado lo suficiente para distinguirlo, observaron que las piedras que lo consolidaban eran craneos humanos. El principe, dijo al ministro:

          -. Esas, quizas sean las cabezas de cuantos nos han precedido y que perecieron esperando oir una palabra de la princesa. No esperaremos nosotros a que la pronuncie para no correr la misma suerte. 

Principe y ministro, antes de entrar en el castillo, acamparon unos dias en las inmediaciones, durmiendo sobre sus capas. En todo ese tiempo no escucharon sino llantos y lamentos que proclamaban en tono desgarrador:

          -. ¡Oh, hermano mio! ¡Hijo de mi alma! 

Preguntaron la causa de estos lamentos y los mismos respondieron:

          -. ¿Por que preguntais? Habeis venido aqui para morir tambien. Esta ciudad es del dominio del padre de la Princesa Silenciosa. Si intentais hacerla hablar, debeis primero comunicarlo al sultan quien, de concederos tal merced, enviara una escolta al heroe que tal cosa se proponga conseguir de la princesa. 

No bien hubo el joven escuchado estas palabras, dijo al ministro:

         -. Creo que hemos llegado al limite de nuestra jornada.





CONTINUARA...

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3 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Estos cuentos se me antoja leerselos a La Bella, estoy segura le fascinaran.

Espero la continuación Compi.



Un abrazo

La Salamandra dijo...

Me alegro de que te guste. Tienen mucha fantasia y crean mundoss imposibles cuajados de simbolismo que, pasmate... tiene relacion con nuestro comportamiento y nuestra manera de vivir. Por ejemplo; las constantes referencias numericas.

La filosofia sufí, se desprende la una de las filosofias primeras del hombre: la persa.

Gracias, Compi. Bss.

Namasté.

Josep Peaceforever dijo...

Em meravellen aquestes històries, veurem com segueix.

Una abraçada